Si aún no se ha decidido, ¡hágalo!

Si aún no se ha decidido, ¡hágalo!

Si aún no se ha decidido, ¡hágalo!

Desde Mallorca, una isla bañada por el sol, Ivana comparte su experiencia durante el programa de intercambio cultural en España, y confía en ella, es un viaje que merece la pena.

Antes de nada, da un consejo contundente: si estás dudando, no lo hagas. Lánzate. Aunque algo te resulte desconocido o te intimide, lánzate, quizá te sorprendas. Las cosas más valiosas suelen surgir al salir de la zona de confort.

Dicho esto, también ofrece una advertencia: sé minucioso a la hora de elegir a tu familia de acogida. Hay muchas familias cálidas y abiertas que te acogerán como a uno más de los suyos y te harán descubrir toda la magia de su cultura. Pero sé sincero: háblales de sus expectativas, comparte las tuyas y asegúrate de que ambos estáis de acuerdo. Ivana lo aprendió por las malas y tuvo que cambiar de familia muy pronto. Pero gracias a la rápida respuesta y al apoyo de los coordinadores del programa, enseguida se encontró con una nueva e increíble familia que marcó la diferencia.

Y entonces... llegó Mallorca.

Una isla de ensueño llena de contrastes: playas de arena blanca, pequeñas calas rocosas, llanuras polvorientas en el interior y espectaculares crestas montañosas. ¿Lo que no debe perderse? El pintoresco trayecto costero de Sóller a Palma. La joya de la corona de la isla es la catedral gótica de Palma, que mezcla estilos arquitectónicos del barroco al modernismo. La vida nocturna gira principalmente en torno al reggaeton, pero para los que deseen algo diferente, también hay locales alternativos. Y si le gusta buscar gangas, acérquese al mercado de Alcúdia los fines de semana: allí los souvenirs y los bolsos de piel son más baratos, y sí, se puede regatear.

En cuanto a los lugareños, los mallorquines (que son catalanes por cultura y lengua) pueden parecer reservados al principio. Ivana admite que a veces se sintió un poco incómoda -no le ofrecieron agua, no la saludaron cordialmente-, pero enseguida se dio cuenta de que no era mala educación, sino una diferencia cultural. Una vez derribado ese muro, escuchó la frase que lo derritió todo: Mi casa es tu casa.

¿Algunos de los momentos más destacados de su estancia en España? Nadar en un agua tan cristalina que vio una estrella de mar, contemplar Palma desde el Castillo de Bellver, bailar hasta altas horas de la noche en Atomic Garden con su familia de acogida y un nuevo amigo, probar la paella de calamares en una casa de 300 años de antigüedad, pasear por la reserva natural de Playa de Muro y maravillarse con el encanto de Valldemossa y Deià.

Y concluye con un consejo: no exageres. No necesitarás ni la mitad de lo que estás pensando. Lleva rakija, Smoki y algunas chocolatinas para tus anfitriones, bañador, crema solar, pasaporte y tarjeta de embarque.

Y un corazón abierto.

¡Buen viaje!

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